En 2016, llegaría a las salas del Festival de Cine de Lima lo que
se llamó el primer wéstern andino rodado en el Perú. Dos precursores son
identificables: El chalán (2007) y Luis Pardo (1927),
pero fue con Pueblo Viejo que el género terminó de mezclarse con
elementos propios de la región en el siglo XIX.
Rodado en el valle del Mántaro, la historia sigue a los hermanos Eduardo y Antuco Cámac (Christian
Esquivel e Iván Lozano) y enemistad con El
principal (Juan Manuel Ochoa), hacendado de su localidad que no tiene
problemas en sobornar a la ley, robar, intimidar y asesinar para consolidar su
poder en el poblado andino de Pueblo Viejo, siempre a costa de los demás
pobladores. A partir de ahí, el destino pondrá a Eduardo en el camino de la
venganza (elemento infaltable del género), donde correrá el riesgo de
transformarse en aquello que más odia.
El relato adapta (en su mayoría) con éxito los
principales elementos del género, ofreciendo una narración lenta y por momentos reflexiva,
apoyada en el carácter de sus personajes y dándole al espectador más de una
sorpresa en el camino.
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Iván Lozano y Christian Esquivel en Pueblo Viejo. |
La situación de Pueblo Viejo (localidad en donde ocurre la
historia) no debe estar lejos de lo que por mucho tiempo ocurría en varias regiones del país: una vez que el hacendado ha conseguido el apoyo del Estado, representado aquí por el personaje de Gino Romero, se instaura la ley del más fuerte. Donde la justicia, lejos de ser un derecho, es un camino que cada persona debe emprender por su cuenta,
ante un Estado que se inclina por quien tiene más chances de ganar.
Pueblo Viejo es una clásica
historia de ajuste de cuentas, en donde los no poderosos deben liberarse de
quienes, recurriendo a la violencia, abusan de su autoridad. Irónicamente, es esa misma violencia la que termina
invirtiendo los roles, poniéndole fin a la ley
de la selva. A diferencia de lo que ocurre en Shane
el desconocido (1953) o, incluso, en Los imperdonables (1992), la violencia
no desaparece con la partida del justiciero, sino que se queda en casa,
esperando a que alguien más vea conveniente emplearla.
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Mayella Lloclla y Juan Manuel Ochoa en Pueblo Viejo. |
Es por eso que el título
de "Principal de Pueblo Viejo" no se extingue con la muerte del
hombre que lo lleva. Más bien, es heredado por su asesino, recordando que el
poder implica estar siempre en la mira. Por más que un rey muera, siempre habrá otro a
quien poder dispararle, y puede que su verdugo ya se encuentre en camino. Este ciclo sin
fin se ubica en el eje temático de la historia, haciéndose evidente mientras nos acercamos a su resolución.
Aunque poco innovador, Matos Cámac ha
conseguido balancear las figuras comunes entre el viejo oeste norteamericano y la
realidad material de los pueblos en los Andes: la frontera, las autoridades corruptas, la lucha por la tierra, etc., valiéndose de una fotografía
acertada (sobretodo en las escenas finales) y una historia intrigante.
- Capitán Alex
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- Entrevista con el director: aquí.
- Mayolo (2017), cortometraje de Hans Matos Cámac: aquí.
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