El jueves pasado llegó a carteleras la última película de Augusto Tamayo, uno de los directores nacionales de mayor trascendencia de los últimos treinta años. Es un drama de época, en muchos sentidos existencial, en donde la historia de la Patrona de América encubre el viaje de una joven que busca su lugar en el mundo, lo cual la pone en tensión constante con una serie de autoridades (familiares y eclesiásticas).
No es la primera vez que Tamayo visita el pasado con su cine. Basta recordar El bien esquivo (2001) y Una sombra al frente (2007), en donde destaca su talento para la dirección de actores y la dirección de arte. Rosa Mística, un proyecto que persigue desde hace tiempo, no es la excepción.
La experiencia del director en el medio (quien ha pasado por largometrajes, cortos, televisión, publicidad) dan resultados en esta película, que termina siendo un tributo a la santa limeña. Imperdible.
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